¿Qué Reforma Fiscal necesitamos?
Francisco Suárez Dávila El Universal 7 de abril de 2010
De manera cíclica cada ministro de Hacienda que se respete ha anunciado una reforma fiscal propia, que por lo general termina siendo una modesta miscelánea más. La última verdadera reforma fiscal la hizo David Ibarra en 1979 al introducir el IVA y el actual sistema de Coordinación Fiscal.
De manera cíclica cada ministro de Hacienda que se respete ha anunciado una reforma fiscal propia, que por lo general termina siendo una modesta miscelánea más. La última verdadera reforma fiscal la hizo David Ibarra en 1979 al introducir el IVA y el actual sistema de Coordinación Fiscal.
Hoy, sin embargo, los tiempos apremian. La situación económica actual del país, la dramática caída de los ingresos petroleros, así como una endémica baja recaudación, han generado las condiciones para que exista un consenso nacional sobre la necesidad de contar ya con una reforma hacendaria de fondo, ahora sí, definitiva y estructural
El problema es que cada mexicano tiene una distinta en mente: para algunos, la reforma se resuelve sólo con un IVA generalizado; para otros, lo que se requiere es un ISR de las personas, progresivo y justo. Cuántas veces hemos escuchado expresiones del tipo:
“No puede haber una reforma tributaria, si no se reduce primero el gasto dispendioso y la corrupción del gobierno. Pagamos impuestos para recibir pésimos servicios públicos y para que se roben el dinero”.
“Hay que ampliar la base de contribuyentes para que todos paguen, y no sólo los causantes cautivos. Existe una enorme economía informal fuera de toda obligación fiscal”.
“Lo que hay que hacer primero es reducir la evasión. Se necesitan reducir los tratamientos especiales, exenciones y deducciones de todo tipo para grupos privilegiados, estimados en 4% del PIB”.
“Urge simplificar el pago de impuestos que sólo entienden los contadores y aun éstos tienen que pagar cursos de actualización anuales para entender las confusas misceláneas y los inventos fiscales autóctonos como el IETU y el IDE”.
En realidad son planteamientos válidos. En todo caso, es necesario sistematizar las propuestas —incluso las contradictorias— y conformar un cuerpo de ideas homogéneo que confluyan en una reforma propositiva y útil a México.
Esto requiere definir para qué queremos una reforma fiscal. Ésta no puede justificarse sólo, como se ha hecho, con fines recaudatorios.
Hay quienes, por ejemplo, plantean que la reforma fiscal debe ligarse a una reforma de la seguridad social. Plantean que las modificaciones a los impuestos deben vincularse a un gran objetivo social que motive a la población para aceptar mayores pagos, como avanzar hacia un seguro de desempleo o la cobertura universal de salud o un gran programa de infraestructura y empleo.
Razonar el por qué de la reforma fiscal requiere un diagnóstico convincente. Tenemos una de las más bajas recaudaciones fiscales del mundo y además están cayendo los ingresos petroleros. ¿Se puede justificar que el desarrollo nacional requiere plantearnos un objetivo de recaudación fiscal adicional de X% del PIB (por año), que sustente un mayor gasto público eficiente en inversión y en una red de protección social?
Y entonces las preguntas se vienen en cascada. ¿Cómo se prepara bien y logra una reforma? ¿Es útil que el Ejecutivo presente un diagnóstico cuantificado, creíble, con opciones? ¿Hay que crear una Comisión de Expertos que dé credibilidad y formule propuestas? ¿Es viable construir un Pacto Fiscal entre los principales partidos y actores sociales que equilibre costos y beneficios?
¿Cuándo? ¿Cuál es la ventana de oportunidad para negociar una reforma bien preparada? ¿Después de las elecciones de julio, pero antes de que se acelere la carrera presidencial en el 2011?
¿Cuál debe ser la arquitectura de la reforma? ¿Debe ser integral: ingreso y gasto, en los tres órdenes de Gobierno? ¿Debe incidir sobre los principales impuestos? ¿En el ISR para empresas se elimina el IETU o el ISR?, ¿este último puede absorber las ventajas del primero?
A las personas físicas ¿se les corregiría la progresividad del ISR, aumentándolo para altos ingresos y reduciendo para los medios y bajos? ¿Eliminamos todas las deducciones y tratos especiales?
¿Es necesario un flat tax, un simple y único ISR "parejo", corregido por factores de equidad? ¿Daría la necesaria recaudación? ¿Un IVA generalizado? ¿A qué tasa? ¿Cómo se corrige su inequidad, con una canasta de productos básicos exentos o sustentando qué reformas sociales?
Pensando en aspectos macro: ¿cómo modificar el Pacto Federal? ¿Reformamos la Ley de Coordinación Fiscal actual? ¿Cómo pueden los estados y municipios hacer un mayor esfuerzo de recaudación: ventas, predial, servicios?
¿Cómo mejorar la rendición de cuentas? ¿Cómo plantear una verdadera reforma del gasto y eliminar el dispendio?
Estas son algunas de las muchas interrogantes que pretenderán responder, a partir de hoy y todos los miércoles de las siguientes semanas, en este mismo espacio editorial, un grupo de los más prestigiados expertos en estos temas fiscales.
Ex secretarios de Hacienda y altos funcionarios; especialistas del sector privado; reconocidos académicos de todas las tendencias y técnicos de organismos internacionales, aportarán propuestas realistas para definir cuál es la reforma de fondo que el país requiere.
Los planteamientos de los expertos se enriquecerán con los comentarios y aportes de los lectores, quienes de manera irrestricta podrán participar en todas las plataformas de interactividad de EL UNIVERSAL.
Ex subsecretario de Hacienda
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